Solo si las decisiones en el país se toman de una forma técnica e ingenieril con métodos para la toma de decisiones blindados frente a cualquier tipo de corrupción estaremos seguros de estar caminando hacia una mayor competitividad nacional frente al mundo, que es la gran herramienta para jalonar las grandes soluciones que requerimos.
¿Hasta dónde la corrupción es un asunto moral grave en nuestro país? La respuesta es seguramente que no. Es parte de la moral de las personas y de la ética reinante, aunque la ética ideal diga lo contrario. Por eso es tan difícil erradicarla.
De nada sirve que los empresarios se la pasen gimiendo ante el Gobierno para lograr esta u otra medida, excepción o gabela, si dentro de las empresas no se hacen los esfuerzos para buscar competitividad. Pero la primera, antes de todo, es erradicar la corrupción.
Dentro de las empresas se gasta una gran cantidad de energía de las personas en las relaciones entre ellas mismas. En vez de estar poniendo todo su potencial en la dirección del crecimiento y los beneficios, las personas suelen enredarse y ayudar a enredar todo en la maraña de las relaciones de poder.
Mejorar las decisiones tiene mucho más impacto que arreglar las ineficiencias todos los días, que es comúnmente el enfoque de la mejora continua sobre los procesos. Pero la toma de decisiones generalmente no se analiza, o por lo menos no debidamente, y menos se mejora permanentemente. Casi que se presume de entrada que las personas a cargo saben tomar decisiones, lo cual es completamente errado.
Las empresas necesitan métodos de liderazgo que les brinde los resultados esperados, no tipos de liderazgo que den resultados para el líder y no necesariamente resultados de largo plazo para la empresa.
No es del lado “blando” que plantea el autor del artículo comentado, porque por más que se logre el convencimiento de la gente, se disponga de su mejor ánimo y se les pregunte cómo podrían ellos colaborar con las metas, si no hay una estructuración fuerte de la empresa que permita y se ejecute un proceso de planeación sólido, todo ese convencimiento, ánimo y ambiente de colaboración, si las metas no están bien establecidas, los recursos bien y realmente asignados, y no hay un control exhaustivo sistemático, el riesgo de que las metas no se cumplan es muy alta.
Las protestas en general tienen un trasfondo que no se puede ignorar, porque para llegar a ellas es necesario que haya un descontento acumulado y generalizado en un sector. Pero aunque sea legítimo que la gente de un sector se pronuncie, las causas por las cuales hacen la protesta deben analizarse en el contexto país y las particularidades del sector, y no siempre son válidas aunque la gente si esté sufriendo una situación indeseable.
Recientemente la revista Portafolio publicó un alarmante dato: el 79% de los presidentes en Colombia opinan que sus equipos tienen malos resultados. Aunque Hay Group, uno de los autores de la investigación, llama a la calma y hace sugerencias, esto desvela un problema de muy grave de gerencia en nuestro país.
Un enfoque errado de este tema, que acepta que en las empresas, como todo en la vida, hay una brecha inevitable entre la vida real y como existe en la realidad. El análisis correcto lleva a conclusiones bien diferentes.